lunes, 5 de octubre de 2009

Hombres discriminados en el ballet clásico

Carmen Plazas
Sharly Zea
Johana Fernández

La historia nos ha mostrado que el género con mayor discriminación, era el femenino. Las mujeres no tenían el derecho de votar en elecciones presidenciales, jugar futbol, estudiar en universidades, entre muchas otras cosas. Pero en el particular de la danza, en la actualidad el género masculino sufre discriminación por la sociedad, especialmente la venezolana. Aún muchos venezolanos desconocen la cultura de bailar ballet por parte de los varones, esto se puede solucionar; educando la sociedad en torno a las virtudes que ofrece el ballet para el género masculino.
Cuando los varones suben al escenario, sus familias se dividen en dos grupos; los ausentes (entiéndase por familiares que no apoyan a sus bailarines) y los que están función tras función, ligando los dedos nerviosos para que a su pariente le salga todo más que bien, perfecto. Muchos hombres que se atreven a vivir en el ballet clásico, no cuentan con el apoyo de sus familiares, numerosas veces se inician en el oficio a escondidas, evitando ser rechazados por practicar una disciplina vista como exclusividad de las mujeres.
En el país existe carencia de bailarines hombres; en otros países como Francia, España, Rusia, Estados Unidos y Argentina, los varones que se dedican al ballet, son admirados por la sociedad; esto a su vez trae por consecuencia tener un oficio respetuoso, bien remunerado, con jóvenes que se forman a temprana edad y que se proyectan con un futuro de provecho. En Venezuela los valientes que han puestos sus saltos y piruetas por encima de los prejuicios sociales, merecen un mayor respeto por parte de aquellos que no aceptan a la danza como un medio de expresión artístico para los varones.
Dentro de nuestras fronteras existen hombres con condiciones físicas excelentes, no solo por su actitud ante el ballet sino por su conformación física, pero no explotan abiertamente el potencial, por las trabas que se encuentran; desde el momento que salen de sus casas con las zapatillas y las mallas en los bolsos. A ello se le suma lo cuesta arriba que es pertenecer a una compañía de ballet, y por si fuera poco el rechazo de muchas personas, que lo ven con desprecio por el estilo de vida.
Muchos varones talentosos se encuentran en la encrucijada, que tenía Billy Eliot en la película, no saben si enfrentar sus instintos o resignarse a que sus familiares no pueden llegar a comprender a la danza, como una disciplina de respeto y admiración para los varones, como lo son, la arquitectura, la ingeniería, el deporte o la música.
Un punto alentador es que contamos con la Universidad Experimental Nacional de las Artes, UNEARTE, la cual promete incentivar al género a formar partes de sus especiales aulas donde la danza recibe el mérito que tiene. Si educamos nuestra sociedad respecto al tema, en el futuro tendremos mayor número de bailarines clásicos criollos
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